Al llegar a la casa de Belén,la bruja le explico de nuevo para que era la pócima que le llevaba. Belén le hizo caso y se tomó un par de cucharadas con mucho gusto, porque estaba muy buena. La bruja se quedo sin palabras y se fue volando, montada en su escoba.
Pasó una semana y Belén seguía sin mejorar, con una tos muy fuerte. La pócima no le había curado y cada día estaba peor.
Ilustraciones: Rocío Sánchez Guerrero
Un día Belén fue a lavar los platos y se encontró un poco rara, se sentó en el sofá y se quedo dormida. Cuando se despertó todo brillaba a su alrededor. Ella no entendía que pasaba y se quedó muy extrañada. ¡Todas las cosas de la casa estaban hechas!
Pasaron los días y Belén seguía viendo cosas extrañas en su casa y en todas partes.
La bruja estaba segura que su poción estaba haciendo efecto a Belén, pues veía que Belén cada vez estaba más contenta y más relajada, pero seguía con tos.
Cada vez que Belén dormía por la noche o la siesta, una estrella aparecía de vez en cuando por su casa y hacía todas las tareas de Belén. La poción mágica de la bruja hizo que una estrella ayudara a Belén.
Entonces Belén a buscar a la bruja, que vivía en el bosque para decirle que no se le había quitado la tos, pero que alguien le hacía las tareas de la casa. De pronto la bruja recordó que la pócima servia para que una estrella ayudara a quien bebiera la pócima
Rocío Sánchez Guerrero,
3º de Primaria
Sayalonga
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