Había
una vez un saltamontes que vivía en un prado. Un día vio una preciosa lavanda y
el saltamontes se puso muy contento. ¿Sabéis por qué se puso contento? Porque
la lavanda olía muy bien y además olía
tan, tan, tan bien que el aroma de la lavanda dejaba al saltamontes nervioso de
la emoción, saltando sin parar entre sus flores.
Denis
Rodríguez López. 1º de Primaria.
Canillas
de Albaida.
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